Si se trata de disfrute culinario, los peruanos somos una población realmente especial. Nuestro paladar está tan bien educado, diría, acostumbrado a probar
Si se trata de disfrute culinario, los peruanos somos una población realmente especial. Nuestro paladar está tan bien educado, diría, acostumbrado a probar tantas delicias que reconocemos cuando algo no es tan bueno o cuando no genera ese placer, ese goce.
El pollo a la brasa es uno de esos platos de los que nos sentimos orgullosos. Es llamado también “plato bandera”. E incluso sobrepasa el consumo del cebiche a nivel nacional.
Además, es uno de los primeros platos en ser elegido por gran parte de los peruanos cuando se trata de salir a almorzar o cenar. Y verdaderamente, cuánta alegría nos causa.La gran pregunta resulta ser ¿qué es lo que tiene este plato que lo hace tan especial? Veamos.
Historia
El origen del pollo a la brasa nos remonta hasta una hacienda de Chaclacayo alrededor de más de seis décadas atrás. Una cocinera que trabajaba para la casa de Roger Schuler, ciudadano suizo, empezó con esta gran magia. Esta cocinera ensartaba los pollos en una barra de metal y los hacía girar manualmente sobre un horno de leña. Utilizaba ají panca, romero, pimienta y huacatay.
Schuler interesado en esta preparación por su peculiar sabor, investigó sobre cómo lograr un sabor único y mejorar el proceso de producción. Lo que veía Schuler era una estupenda idea de negocio y junto a su socio, Franz Ulrich, tecnificaron la producción.